El Lider Innovador y sus díez Hábitos.

Si deseas ser un líder innovador, el portal contunegocio.es te ofrece estas diez recomendaciones para lograrlo:
1. Entender que vivir en la era de la innovación exige reinventarse
Tenemos que reaprender a vivir en entornos líquidos, inciertos y con cambio acelerado, pues fuimos educados para entornos más estables. Debemos entender que nuestra principal y primera obligación es reinventarnos.
Vivimos en una revolución organizativa, no importa el sector ni lo alta que sea nuestra posición: las formas de gestión, los tipos de negocio, el puesto de trabajo, las relaciones con la empresa… todo se transformará. Y requiere nuevos líderes, por lo es necesario crear el hábito de reinventarse.
2. Asumir que lo más importante para ser innovador es ser un aprendiz
La inversión en uno mismo es lenta, pero la más rentable. Un error muy caro es no saber esperar o no ser constante. La prisa en realidad es miedo e inseguridad, reinventarse es un hábito vital, no es asistir a un taller.
No dejes de aprender, no permitas que tu trabajo se convierta en una rutina: cambia de trabajo o cambia de rutina. Cuando asumes de verdad que vas a ser siempre un aprendiz das el gran paso de tu vida.
3. Entender cómo el cerebro nos engaña y nos impide aprender e innovar
El principal error de los líderes consiste en adentrarse en el futuro con ojos del pasado. Nuestro cerebro es bueno automatizando situaciones complejas para ser productivo, pero no lo es percibiendo cuándo cambiar hábitos, conductas y cuándo innovar.
El cerebro nos engaña; busca información amiga. Es obligatorio escuchar a los diferentes, a los que piensan distinto que tú y buscar qué hábitos y conductas empresariales debes cambiar.
4. Aprender exige escucha y humildad
Humildad viene del latín humus, tierra. Es lo que nos hace posible crecer y desarrollarnos, porque nos permite escuchar. Escuchar es el reto más complejo y difícil, pues luchamos contra un cerebro que busca comodidad.
Escuchar es la única forma de crecer. Es obligatorio estar abierto a los que piensan diferente, sobre todo si te dicen cosas que no te gustan.
5. Aprender en profundidad exige foco y perseverancia
El tiempo debe ser nuestro amigo, pero para dominar nuestra vida necesitamos saber qué queremos, cómo conseguirlo y saber disfrutarlo. Hay que centrarse en pocas batallas, nos dará más paz y más posibilidades de ser mejores.
Lo bueno de ser muy perseverante es que aunque seamos algo más malos o más lentos, al final podemos llegar más lejos que los buenos o los rápidos. Sólo necesitamos saber qué queremos y revisarlo periódicamente. ¡Ah, no se olviden de disfrutar!
6. Desaprender es luchar contra los hábitos
Una vez que aprendemos un hábito, es casi imposible desaprenderlo. El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero lo peor es que le tomamos afecto a la piedra.
Nuestro cerebro ama lo conocido, la rutina, aunque sea perjudicial. Desaprender es tan necesario como aprender, pero mucho más difícil. Desaprender es una actitud de lucha, la lucha más compleja.
7. Innovar es la principal prioridad del líder
Como directivo se exige el enfoque en lo urgente, pero los líderes se centran en lo importante. La innovación no es urgente, por ello se necesitan líderes. La principal medida para evaluar el valor como líder es el tiempo que se tarda en innovar: pasar de las ideas a resultados.
Sacrificar la innovación para ahorrar costes es como querer parar el reloj para ahorrar tiempo. La principal prioridad es la innovación y hay dos tipos de empresas: las excelentes que innovan y las que desaparecerán. 
8. Innovar es creer en el talento
Lo que nunca deben olvidar los expertos en transformación empresarial es que “la tecnología más sofisticada de innovación empresarial pesa 1,5 kg, tiene 75 mil millones de neuronas y se llama cerebro”. Es preciso desarrollar, cuidar y potenciar al equipo como a uno mismo.
Debemos partir de la creencia de que cualquier trabajador tiene un potencial enorme de innovar. Hay que rodearse de profesionales mejores, creativos e innovadores, para acabar siendo como ellos. Ahí reside el secreto del éxito.
9. Innovar es permitir que otros innoven
La innovación es lo que distingue a un líder de los demás, pero no porque él innove, sino porque crea entornos innovadores y conecta talento. El reto como líder es que otros lideren, es el liderazgo distribuido.
El liderazgo distribuido supone que cualquier persona puede tomar decisiones dependiendo del problema: la red sustituye a la jerarquía. El principal objetivo es crear inteligencia colectiva, que es conocimiento que crea soluciones de negocio.
10. El líder es sobre todo un gestor del cambio y de emociones organizativas
El virus empresarial más letal y más rápido en extenderse es el miedo al cambio y la resistencia a la innovación, dos voraces emociones organizativas. Debemos ser expertos en gestión del cambio para que la creatividad se convierta en innovación y para crear emociones de esperanza e ilusión.
Debemos potenciar nuestra inteligencia emocional como base del liderazgo, pues innovar es gestionar emociones y pasiones organizativas y difícilmente seréis maestros en gestión del cambio si no desarrolláis vuestra propia inteligencia emocional

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Personajes de Valencia para el Mundo: Arturo Michelena.

Nació el 16 de junio de 1863 en la norteña ciudad de Valencia, hijo de Juan Antonio Michelena (1832 - 1918), también pintor, y de Socorro Castillo (?- 1909), hijo de Pedro Castillo (1785 – 1858), retratista y autor de los murales de la casa de José Antonio Páez en Valencia. Sus primeras enseñanzas las recibe de su tía, Edelmira Michelena. Luego realiza estudios en el colegio de Lisandro Ramírez y finalmente termina de estudiar primaria en el colegio que, en Valencia, regentaba Alejo Zuloaga.

Empezó a pintar a muy corta edad bajo el tutelaje de su padre, Juan Antonio Michelena. Resaltan entre sus primeras creaciones: "Cupido Dormido", "Brayan Triana" y "En tus brazos", "Judit y Holofernes" y "Un rayo de luz". En 1874 hizo los dibujos que ilustraban la edición neoyorquina de "Costumbres Venezolanas", libro de Francisco de Sales Pérez, quien le toma gran cariño al niño y, convertido en su protector, le presenta en el círculo de amigos de Antonio Guzmán Blanco con la intención de gestionarle una pensión de estudios. Más tarde recibe lecciones de una dama francesa, Constanza de Sauvage, discípula del pintor francés Eugenio Deveria; ella le enseña a distribuir mejor los colores, a aprovechar mejor la luz y le imprime algunos conocimientos técnicos que ella había adquirido. Entre 1879 y 1882 transcurre un período de aprendizaje durante el cual Michelena, asociado a su padre, abre una Academia de Arte en Valencia para satisfacer encargos de retratos. Pinturas murales, copias de cuadros antiguos, retratos infantiles y abundantísima producción de dibujo constituyen la base de entrenamiento que capacitan al joven para concurrir con éxito al Salón del Centenario del Natalicio de El Libertador Simón Bolívar, que se celebra en Caracas, y al que envía su primer lienzo importante "La entrega de la bandera al batallón sin nombre" (1883), que se hace acreedor al Segundo Premio.
Miranda en La Carraca, Arturo Michelena. Últimos días de Miranda en prisión en San Fernando, cuadro historicista de 1896. Óleo sobre tela, 196,6 x 245,5 cm. Galería de Arte Nacional, Caracas, Venezuela.

Gracias a una beca, viajó a París parte en compañía de Martín Tovar y Tovar hacia París para inscribirse en la Academia Julian, donde ya figuran Emilio Boggio y Cristóbal Rojas. Estudia en el Taller del artista Jean-Paul Laurens(1838-1921). Fue el primer pintor venezolano en tener éxito en el exterior, y conjuntamente con Cristóbal Rojas (1857-1890). y Martín Tovar y Tovar (1827-1902). se convierte en uno de los más importantes pintores de la Venezuela del Siglo XIX.

Su primer gran éxito se dio el París en Le Salón des Artistes Français en 1887. Animado por su profesor Jean-Paul Laurens, Michelena presentó un lienzo titulado L’Enfant Malade (el niño enfermo) con el cual fue premiado con la Medalla de Oro, segundo de su clase, el mayor honor que había dado esa academia a un artista extranjero. La pintura fue rápidamente considerada una pieza de arte y fue adquirida por Astors, en Nueva York, a finales del siglo XIX. En el 2004 Sotheby’s vendió la pieza de arte por 1.350.000 dólares, un récord para una obra de arte latinoamericana.

Entre 1885 y 1889, corre un segundo período. Pinta sucesivamente: "Una visita electoral" (1886), "La caridad" (1887), "La joven madre" y "Carlota Corday" (1889), y obtiene, con este último cuadro, exhibido ya en el salón, una Medalla de Oro en la Exposición Universal de París (1889). Ese mismo año, regresó inesperadamente a Venezuela y fue recibido con muestras de júbilo. Tras una temporada de éxito social en Caracas, celebra matrimonio con Lastenia Tello Mendoza y retorna a París para iniciar el tercer período de su carrera.

En esta segunda estancia en París pinta "La vara rota" (1892) y "Pentesilea" (1891). obras principales de éste período. Habiendo contraído tuberculosis, retorna a Venezuela en 1890 por consejo de sus médicos; el éxito le espera en Caracas donde realiza un lienzo en honor a José Antonio Paéz, primer presidente venezolano. Se hace retratista de moda y pintor oficial y es objeto de toda clase de agasajos. Pero su salud, cada vez más resentida, apenas le permite consagrarle esfuerzo a obras ambiciosas como: “Miranda en la Carraca” (1896), que representa a Francisco de Miranda preso en el Arsenal de La Carraca en San Fernando, Cádiz, en donde murió en 1816. Otras obras: “Asesinato de Sucre en Berruecos” (1895), el “Descendimiento” (1897) y “La última cena” (1898). Varias de sus obras quedaron inconclusas.

Arturo Michelena muere en Caracas el 29 de julio de 1898.

Fuente Wikipedia.