Un bosque nublado protege el aire de los caraqueños.


Un bosque nublado protege el aire de los caraqueños.

Al cruzar la puerta, luego de ver el letrero, hay un cambio de clima que se instala en el espíritu. Asombra estar en plena ciudad capital, y observar aquel bosque más propio de esos días en que cruzamos de Los Nevados al Quinó, en lo más intrincado del Parque Nacional Sierra Nevada. El guía explica que se trata de un bosque nublado en el pico de su madurez - 50 años , el único al sur de Caracas y está protegido por ley. Son 200 hectáreas, pero a Jardines Ecológicos Topotepuy sólo les pertenece una. Lo que sucede es que se trata del tope del bosque y si no se vigila y cuida con el esmero que lo hacen, el resto se pudre y se pierde para siempre. Muchos de sus árboles medianos van a morir - es la ley del bosque - para dar paso a las palmas hasta convertirse en un riquísimo y exuberante palmetum y luego plantas maduras - cobalongas y aráceas -. Estas últimas son plantas que se salen de la tierra, se pegan de un árbol y luego se despegan para vivir del aire. Es fascinante verlas flotando, vivitas y fajadas buscando la luz. Los helechos arbóreos crecen como árboles. De los troncos caídos se hacen las barandas. Nada se pierde. Kathy Phelps sabía de reciclaje hace más de 60 años. La palma geonoma interrupta tiene una hoja que termina en forma de pescado. Es muy astuta, Si le cae un árbol encima, ella tiene la flexibilidad suficiente para desplomarse y crecer de nuevo desde el piso. Winfred Meyers, alemán experto en bosque nublados del mundo entero, observó una arácea nativa de este bosque, con hojas pequeñas abajo y enormes a medida que buscan la luz. También hay matas descendientes de la pimienta.
Sólo visitas guiadas.
Les cuento todos estos detalles para que entiendan la maravilla de andar con un guía. En Jardines Ecológicos Topotepuy todas las visitas son guiadas. La intención es que las personas aprendan, se enteren, entiendan la sabiduría del bosque, se fascinen con cada una de sus especies, respiren el aire limpio, distingan cuando un árbol está a punto de caer, caminen despacio, dichosos de gozarse este privilegio de entrar a un bosque nublado apenas se bajan del carro. No es lo común. De ahí la urgencia de preservarlo y el valor que tiene el trabajo hecho por este grupo: Ricardo Fuenmayor, arquitecto paisajista junto a su esposa catalana, Rosalía Crocante. María Bravato, bióloga y encargada de la planificación. María Antonieta Nordelo en la promoción y organización de las visitas. Aparte de un equipo completo de personas que se ocupan del mantenimiento, la siembra, la poda y la utilización de todos los desechos para el compostero. En un principio se consideró un área de servicio que no se mostraba a la visita, pero como a todos nos importa entender y participar en la conservación del planeta, ahora la visita se acerca al compostero y entiende como esos desechos se convierten en una tierra rica en nutrientes.
Un recorrido de horas.
Al salir del bosque nublado original, la sensación es casi como cuando vamos a la Gran Sabana, se acaba la selva de Imataca y se descubre espléndida y despejada la Gran Sabana. Aquí las retinas se abren como un par de paraparas para observar una inmensa extensión de grama verde y brillante, jardines silvestres y hermosos de calas, una enredadera de jade, florecitas moradas, azules y amarillas, una laguna con lirios que flotan, helechos arbóreos australianos o trepadores y de repente la entrada a un vivero de orquídeas y otro de bromelias. El asombro no tiene reposo. En estos viveros se dan clases de jardinería, cultivo de bomelias, plantas ornamentales, cuidado de jardines y bosques. Pero puede suceder que se dicte un taller de yoga, uno de meditación o un encuentro formal de estrategias para salir del atolladero en una empresa que produce computadoras. Hay unos gazebos preciosos, impecables, con todos los servicios para organizar una comida o dictar una conferencia, proyectar videos o utilizar equipos de sonido. Igualmente quedas inmóvil cuando te paras frente a toda la ciudad de Caracas, con El Ávila de un extremo al otro y tu ahí sentadita en un muro de piedras, observando estupefacta el caos de la capital sin que ni siquiera te roce. Aclaro que se olviden de bodas, rumbas y saraos escandalosos. Seria lo más fácil, pero no estamos en tiempos de facilismo. Todo lo contrario. Jardines Ecológicos Topotepuy se concibió para proteger este bosque, tesoro de Caracas y compartirlo con los seres sensibles.
No hay afán.
Entre un bosque y un jardín de flores, hay una siembra de hierbas y vegetales y otra de infusiones. Llegó el instante de la degustación. Tomas una hojita de albahaca, otra de menta, pruebas cada una de las flores comestibles, bellas y deliciosas: vainita cronchi, flores de rúgula, una medio picantosa, otra que deja la boca fresquita y te explican que la buddleia atrae a las mariposas y que la piretum sirve como repelente de insectos y quisieras tenerla en la casa para los días de plaga o en los viajes al llano. Jardines Ecológicos Topotepuy es un auténtico museo viviente. Si la visita ocurre en mayo, será un escándalo de flores, pero si lo caminan en septiembre, pueden sorprender los helechos, y no será lo mismo mediodía, con la chapa de sol que aplasta, que el final de la tarde, con el ocaso del día.Es un recorrido para la contemplación y el disfrute, sin afanes ni apuros. Rico para escuchar la explicaciones de los guías, preguntar, indagar, aprender y salir con la certeza de proteger el planeta. Kathy Phelps, en vida, se ocupó de amar la naturaleza y compartir su pasión por las aves. Ahora nos deja este legado de su bosque nublado para que el aire puro no se extinga, los pájaros tengan un refugio y los humanos un respirito.

Fuente: Valentina Quintero. Diario El Nacional ( 09-02-2.010)

No hay comentarios: