Mucho se habla de la gaita, sobre todo en navidad. Hay quienes aseguran ser sus cultores, defensores, interpretes, pero todos coinciden en que nuestro género zuliano junto a la música criolla, son los grandes monarcas del folklore nacional. Seguidamente, y como regalo de Navidad, podrán disfrutar del testimonio de Ramón Herrera Navarro. Existen varias versiones sobre el origen de la gaita, pero hay uno que me relató Alfonso Huerta Bracho, quien en vida fue un gran gaitero, compositor e investigador de la gaita por allá por el año 1982, cuando le hice una entrevista para un programa radial sobre la gaita que se transmitía en una emisora caraqueña. Alfonso Huerta Bracho explicó, en una entrevista para un programa radial sobre la gaita que se transmitía en una emisora caraqueña, que había decidido escribir un libro sobre el origen de la gaita porque, lamentablemente, no estaba conforme con lo que habían hecho con la información que al respecto le había suministrado algunos escritores de libros y/o artículos relativos a la gaita. Comenzó explicando que la versión del nacimiento de la gaita que iba a relatar, en realidad no era de él. Que la había tomado de un cuaderno que se encontró en un baúl perteneciente a uno de sus antepasados, que lo tenían abandonado en un rincón de su casa y que nadie se había atrevido a abrirlo, presumiblemente por respeto a él; pero que él decidió hacerlo, porque pensó que algún día alguien tendría que hacerlo, y así fue como se encontró con esa agradable sorpresa. Según lo indicado en ese cuaderno, la gaita nació un 4 de diciembre de 1782 en el cantón de Gibraltar del estado Zulia. La inspiración del canto que le dio origen a la misma surgió después de que el amo de la finca Santa María le dio un golpe en la espalda a un negro esclavo, llamado Simón Chourio, por no atender rápidamente una orden suya. El negro Chourio, al caer de rodillas al suelo, dijo llorando: "Ya esto no puede ser/ como nos tratan los amos". Su hermana, María Dolores Chourio que se encontraba detrás de él, y quien también era esclava, al oírle ese lamento le dijo suavemente al oído: "Y si se lo reclamamos/ nos hacen más padecer". Al oír esto, ambos repitieron al unísono la primera parte del verso: "Ya esto no puede ser". El negro Simón, cuando su hermana le completó el verso, se levantó gritando y diciendo: "Ya está, ya está". Su hermana creyendo que Simón se había vuelto loco le preguntó qué le pasaba, él respondió cuando ya estaban en el establo donde todos sus familiares dormían como animales. que ya había compuesto el canto de reclamo y de protesta contra los amos por el mal trato que recibían y que desde hacia algún tiempo estaba de concebir. Seguidamente se preguntó que cómo harían para dar a conocer este canto de protesta a sus amos. El negro Francisco, quien sabía leer y escribir y fungía de representante de los esclavos, sugirió que se pidiera permiso a los amos para hacerlo, y estos últimos les concedieron el permiso, siempre y cuando lo hicieran antes de su fiesta, que era el 24 de diciembre. La idea de los negros era hacer una fiesta parecida a la que hacen los españoles, imitando los cantos de aguinaldos y villancicos, con motivo de la celebración de las Navidades y, en vista del permiso concedido, resolvieron entonar el canto que habían compuesto, el 12 de diciembre de 1782. Ese día, en horas de la noche, en la finca Santa María, encontrándose los dueños sentados en unos hermosos sillones y los pobres negros en el suelo, empezaron a cantar. El primero en hacerlo fue el negro Simón, quien al ver que a su madre Natividad la traían en un inmundo catre, lanzó el siguiente verso: "Ay mi mami da dolor/ de vernos en qué desastre/ como cama un duro catre/ por culpa de este color". Los otros negros se sumaron al clamor y comenzaron a entonar: "No porque seamos negros/ nos traten como animales/ viviendo en los corrales/ como si fuéramos ogros". Otro negro prosiguió: "Nos tratan de pobres/ pero somos de alma blanca/ con una sonrisa franca/ y muy sinceros e íntegros. En cambio los que son blancos/ tienen negro el corazón/ nos quitan sin compasión/ nuestro hijos cuando nacen". Prosiguieron cantando: "Me arrancaron al nacer/ de los brazos de mi madre/ y mataron a mi padre/ por quererme defender". El negro Francisco viendo que los amos se estaban alterando con los versos dijo señalando al cielo: "El sol de la libertad/ ya muy pronto va a nacer/ por nombre le han de poner/ Simón de la trinidad", añadiendo: "Y es quien nos va a libertar/ se los digo desde ya/ y una negra es quien será/ la que lo va a amamantar". Otra negra esclava de nombre Candelaria, mirando a francisco le dijo: "Y otro negro extenderá/ la mano a ese gran Señor/ le verá tanto valor/ que en la cárcel lo ayudara. El pasará muchas penas/ pero siempre triunfará/ y al negro le quitara/ de las piernas las caderas". Los españoles, viendo que ya no podían seguir soportando más todo lo que le estaban diciendo en el canto, explotaron airadamente y los mandaron a azotar. A la pobre negra Candelaria, fue tantos los golpes que le dieron que falleció al otro día. Al resto de los negros, después de azotarlos, les mandaron a poner en los cogotes un cepo de los que antes se usaban con un palo, y en los pies les pusieron cadenas. Uno de los negros, a pesar del estado en que se encontraba, echó este verso: "Mi voz no la callaré/ porque tengo la razón/ esto lo sabrá Simón/ porque a él se lo diré", y remato con este último: "Hasta la vida daremos/ por ese Libertador/ Ese será todo un señor/y con que amor le serviremos". Así pues nació la gaita, según contó Alfonso Huerta Bracho. Que en paz descanse. Cada año que siguió, los esclavos continuaron entonando sus protestas y cada 2 de febrero le cantaban versos a la negra Candelaria. "Tu que ya no estas presente/ buena negra Candelaria/ aquí todos en plegaria/ te lloramos tristemente/ y eso será eternamente/ mientras nosotros duramos/ a la gaita le cantamos/ y a tu nombre consecuente". Luego de todos sucesos, por allá por 1809, un año antes de nuestra independencia, los negros del mismo cantón de Gibraltar cantaron los siguientes versos: "Ya el aire que está soplando/ tiene olor a libertad/ muy pronto se verá/ a los pueblos protestando/ nadie quedará en las casas/ porque a las calles saldrán/ libres, libres gritaran/ reunidos en las plazas/ ya dispuestos a triunfar/ a nadie le temerán/ a su tierra librarán/ de tan pernicioso mal/ y los pueblos en lealtad/ al gran acontecimiento/ aportarán muy contentos/ sus vidas por la libertad".
Fuente: Ramón Herrera Navarro
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