Él subió a
la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza,
cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras
muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más
pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen
María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive.
Deseo vivamente que se me construya aquí un templo,
para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión,
auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra
y a todos los que me invoquen y en Mí confíen.
Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo
en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".
De regresó a su pueblo Juan
Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó
lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera
nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje.
Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo
que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna
señal que probara que era la Madre de Dios y que era su
voluntad que se le construyera un templo.
De regreso, Juan Diego halló
a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que
volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le
daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver
al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo.
La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda
prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba
muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse
con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla.
De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde
iba.
El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La
Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su
tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio
le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le
dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas
de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas
pudo y se las llevó al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumarraga
Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas
y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce
como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto,
el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó
una ermita en el lugar que había señalado el indio.
Pio X la proclamó como "Patrona
de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas",
Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas"
y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo"
y "la Madre de las Américas".
La imagen de la Virgen de
Guadalupe se venera en México con grandísima
devoción, y los milagros obtenidos por los que
rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.
Fuente: Aciprensa.com
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