Los Roques de Venezuela para el Mundo!


Playas de arenas casi tan blancas como la nieve; mansas y cristalinas aguas de un impresionante azul turquesa; y un sol radiante casi los 365 días del año. Así describe al Parque Nacional Archipiélago Los Roques la multitud de turistas que lo visitan cada año. Pero, ¿qué diferencia a Los Roques del resto de islas del mar Caribe?

Según señala Orlando Garrido, operador turístico y capitán de velero con 17 años de experiencia en Los Roques, el archipiélago es un destino que no solo involucra la diversión, sino que tiene una amplia oferta para la observación ecológica y de fauna marina, "muchas personas vienen a fotografiar aves, a ver de cerca a un pez en particular o a asombrarse con la diversidad de vida que tienen los arrecifes de coral".

El Gran Roque es la isla principal y única habitada. En un kilómetro de ancho y cinco de largo se acomodan cerca de 70 posadas, que según acota Garrido, tienen una capacidad para hospedar a un poco más de 700 personas. Y es precisamente eso lo que hace único a este lugar. Su relativa poca capacidad de hospedaje mantiene aún en un estado casi virgen a muchas de sus islas, lo que permite la interacción con variedades marinas únicas y paisajes dignos de National Geographic.


Aunque se puede ir por mar, la mayoría de los visitantes toma vuelo, desde La Guaira o Margarita. Al llegar a Los Roques saltan a la vista sus playas. Con solo abordar una pequeña lancha o velero, según sea su necesidad y presupuesto, en pocos minutos estará en el área recreativa del parque, donde podrá tomar un completo baño solar en cualquiera de los cayos que rodean al Gran Roque.

Si desea ejercitarse un poco, se puede hacer windsurf y kayak en el cayo Francisquí, allí los operadores turísticos le darán una pequeña inducción, lo demás queda de su parte y de sus ganas de pasar un rato concentrado en su vela o remo. Luego del esfuerzo, puede relajarse contemplando el paisaje sobre las tranquilas aguas de la "piscina" de Francisquí, especie de lago sin olas y mínima profundidad.

En el cayo Madrisquí hay una bella playa que puede albergar hasta unas 80 personas. Aquí el turista puede tomar el sol, jugar raqueta de playa o hacer una particular caminata a través de un sendero de arena flanqueado, a ambos lados, por el mar y que en un par de minutos lo comunican con otra isla igualmente paradisíaca.

Si lo que busca se encuentra bajo el agua hay diversas opciones. Puede hacer snorkel en la piscina de Francisquí o en Boca del Medio. También puede optar por el buceo con tanque de oxígeno en las aguas más profundas de La Buceadora, La Guasa y Boca de Cote. La fauna es amplísima, pasando por los corales cacho, hoja, estrella, el pez loro, variedades de cangrejos, esponjas marinas y anémonas. La pesca deportiva controlada también es una opción muy demandada.

En el cayo Dos Mosquises se encuentra la Fundación Científica Los Roques, que entre otras cosas supervisa la cría en cautiverio de diversas especies de tortugas marinas en vías de extinción. Aquí se puede adoptar, simbólicamente, a uno de estos animales y participar en un sorteo para asistir a la liberación al mar de la camada. Caminando un poco más se llega a un paradero de observación arqueológica, en el que se encuentran fragmentos cerámicos y utensilios de los primeros pobladores de estas islas.

La oferta culinaria es variada, aunque buena parte proviene del mar. Si visita las islas entre noviembre y abril es la época permitida por la veda para degustar la langosta.

Un punto de atención.

Según comentó Orlando Garrido, en ocasiones los turistas carecen de información adecuada sobre el parque nacional y llegan buscando diversión de tipo masivo. En Los Roques no hay casinos ni hoteles cinco estrellas ni fiestas multitudinarias. Para Garrido hace falta promocionar más al archipiélago como un lugar de comunión con la naturaleza y de respeto a la biodiversidad. Si bien hay una oferta de esparcimiento, estas actividades deben realizarse respetando las zonas protegidas que están definidas.

Aunque la fuente oficial se hizo esquiva, según la Guía del Parque Nacional Archipiélago Los Roques, editada por la Agencia Española de Cooperación Internacional, para 2001 el flujo de turistas superaba los 80 mil por año, por lo que no es descabellado suponer que con el crecimiento de operadores turísticos en la zona y el auge de la modalidad "full day", esta cifra sea superada con creces en la actualidad.

El casco urbano ha crecido de forma un poco desordenada, y los pescadores quedaron relegados a la zona más apartada del Gran Roque.

Desde hace 12 años la basura se selecciona y separa en desechos metálicos, plásticos y orgánicos. Luego se almacena en un área de servicios y la que no es reciclable se quema, con el consecuente daño ambiental, ya que no hay en la actualidad un servicio que la transporte a tierra firme.

El turismo ida por vuelta también afecta la estabilidad del parque. Por lo limitado en tiempo de la excursión y la alta demanda, en ocasiones no se instruye apropiadamente al turista sobre las normas de comportamiento para preservar el lugar y se saturan las zonas de observación marina.

Los Roques es un lugar que parece sacado de la ficción por su belleza y biodiversidad extraordinarias. Es fundamental respetar sus normas de convivencia con la naturaleza y, aunque suene paradójico, limitar su explotación turística, para recibir una cantidad de visitantes que permita el sustento de los roqueños sin deteriorar el paisaje que enorgullece a los venezolanos.

Fuente: Ivan Vera. El Universal

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